martes, 13 de noviembre de 2012

* Texto argumentativo



Se trata del tipo de textos en los que se presentan las razones a favor o en contra de determinada "posición" o "tesis", con el fin de convencer al interlocutor a través de diferentes argumentos tomando una postura a favor o en contra . Se trata de manera fundamental, aunque no exclusivamente, de juicios de valor, apreciaciones positivas o negativas acerca de lo expuesto (Bueno, malo, feo, bello; válido/ no válido, adecuado/no adecuado). El discurso argumentativo es propio del ensayo y de la crítica en general. Ejemplos típicos son el discurso político o el Artículo de opinión. Con los textos argumentativos se puede dar un punto de vista frente a un tema cualquiera, ya sea una posición positiva o en contra.
Elementos
Los textos argumentativos pueden presentar, entre otros, dos tipos de estructura: la estructura de causa consecuencia y la estructura de problema solución.
La estructura de causa consecuencia es propia de los textos cuya finalidad es analizar las causas de un hecho determinado o bien las consecuencias que se derivan de ese hecho.
La estructura de problema solución es característica de los textos en los que se aportan soluciones a hechos o situaciones adversos.
A esta clase de texto pertenecen generalmente Ensayos, artículos de opinión etc...

En un sentido débil todo texto es argumentativo, pues utiliza mecanismos de apoyo que buscan la aceptación por el receptor de un contenido cognitivo, esto es, la verdad de una proposición, la legitimidad de un pensamiento u opinión.


Argumentar significa procurar convencer a otro (u otros) de una idea, de un pensamiento, de una afirmación o de una opinión que sostiene un escritor. Significa, además, defender lo que se expresa aportando razones que justifiquen la posición asumida.
Las secuencias argumentativas constituyen, en consecuencia, uno de los  pilares de la vida en sociedad y están presentes en cualquier actividad co­municativa. Ámbitos de tanta importancia social como el político, el económico o el de la justicia se basan en la argumentación; por supuesto, no esca­pan a ella el ámbito científico y el académico (que tanto nos interesan).

En los textos argumentativos, con frecuencia, se incrustan narraciones, descripciones o explicaciones que funcionan como argumentos o refuerzan la función persuasiva. En este caso, pueden convertirse en argumentos los ejemplos, las analogías, las citas o menciones a «autoridades» en la materia que se está tratando, la exposición de causas o datos estadísticos, entre otros.
Para que exista argumentación son necesarios, como mínimo, los si­guientes elementos:
          Un objeto (un tema controvertido, una cuestión polémica, una situa­ción problemática) que admita opiniones e hipótesis varias, así como dife­rentes maneras de abordarlo.
          Un emisor (para estos fines un escritor) que manifieste y defienda una opinión, que fije una postura y cuyo fin comunicativo capital sea conven­cer. El escritor que hace frente a la tarea de construir una secuencia argu­mentativa tiene que ser consciente de quién es su lector. Dado que su pro­pósito es hacerlo variar de opinión debe saber qué piensa sobre el tema, cuáles son sus creencias, qué prejuicios tiene, con cuál ideología simpatiza, etc.
          Un receptor (un lector, para algunos un antagonista, su oponente) real o figurado. Por lo general, alguien que sostiene una opinión contraria a la del escritor. Pero también es posible que se trate de un lector que esté de acuerdo con el escritor y quiera reafirmar su punto de vista. Además, puede ocurrir que los dos compartan las mismas opiniones, aunque se basen en razones muy distintas; y
          Un objetivo centrado en conseguir que el lector opine lo mismo que quien escribe.
Cualquier escritor de textos argumentativos sabe que existen posturas contrarias a las adoptadas por él. Por lo tanto, con el propósito de hacer prevalecer su opinión sobre la dé los demás, como estrategia, el autor puede introducir la idea que sus oponentes defienden para rebatirla. Si con este recurso consigue, a través de argumentos sólidos, refutar la tesis contraria, su propia tesis se verá reforzada. Este procedimiento es el que se conoce como contra argumentación.

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